reseña 5

La masacre de las bananera

“La masacre de las bananeras, ocurrida hace 85 años en el departamento del Magdalena, todavía resuena en la memoria nacional, pero no solo por la recreación literaria que se ha hecho de ella, sino por la continua repetición de sucesos similares en nuestros campos”. Nicolás Pernett*

No fue un sueño de la literatura

La mayoría de textos que hablan de la masacre de las bananeras empiezan haciendo alusión a Gabriel García Márquez y a su novela Cien años de soledad, en la que se narra un episodio similar a los hechos históricos ocurridos en Ciénaga, Magdalena, en la madrugada del 6 de diciembre de 1928, cuando un gran número de trabajadores del banano que estaban en huelga fueron acribillados por el Ejército Nacional.

Lo que más resonó de la narración literaria de García Márquez fue la cifra de 3.408 muertos que uno de sus personajes arroja como balance final de la matanza, y que pronto se convirtió en nuestro medio en el centro de un estéril debate histórico: ¿fueron tantos?, ¿fueron tan pocos?, ¿es una cifra basada en una investigación o una pura invención literaria?

Todas estas preguntas estimuladas por la novela hicieron que el episodio saliera del relativo olvido historiográfico en el que se encontraba y fuera analizado por varios investigadores, que desde 1969 volvieron a estudiar los incidentes de la huelga y matanza, que hasta ese momento habían sido más divulgados y estudiados –antes de García Márquez- por actores políticos, como Jorge Eliécer Gaitán o Ignacio Torres Gialdo, que por hombres y mujeres de academia.

Nunca se debe perder de vista que la masacre de las bananeras fue un episodio histórico y no un sueño literario, y que el centro del debate debe ser por qué el Estado colombiano disparó sobre su propia población y no si el número de muertos fueron los tres mil que la novela ha popularizado. 

Por esto, desde hace cuarenta años el episodio de la masacre de las bananeras ha estado casi inextricablemente ligado con la versión literaria que hizo de él el premio nobel colombiano. Al punto que en un famoso artículo, el historiador Eduardo Posada Carbó desestimó la gravedad de lo sucedido en 1928, sometiendo a análisis positivo la narración de la literatura para demostrar su falsedad -más o menos como quien hace un estudio sobre la obesidad en Colombia usando los cuadros de Fernando Botero-.      

Esta estrecha relación entre memoria y literatura ha llevado a que para algunos se empiece a tejer sobre el episodio la sospechosa duda del realismo mágico, y que no sepan –o no quieran saber- si realmente sucedió o fue el producto de la imaginación de un escritor desaforado.

Por eso es conveniente empezar también este artículo hablando de García Márquez, pero para decir que nunca se debe perder de vista que la masacre de las bananeras fue un episodio histórico y no un sueño literario, y que el centro del debate debe ser por qué el Estado colombiano disparó sobre su propia población y no si el número de muertos fueron los tres mil que la novela ha popularizado.

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